Septiembre del 2025, Brandán Angélica

Siempre pensé que la moda y la literatura eran mundos completamente distintos. Uno lleno de pasarelas, telas, diseñadores y tendencias. El otro, repleto de libros, personajes y palabras. Pero cuanto más indago, me doy cuenta de que en realidad tienen mucho en común. En mi opinión, tanto la moda como la literatura son formas de contar historias. Son lenguajes diferentes, pero ambos me permiten expresarme, entender el mundo y cuestionar lo que se espera de mí como persona.

Fuente: Pinterest

Cada vez que me visto, no estoy eligiendo solo ropa. Estoy eligiendo cómo quiero mostrarme ese día. A veces quiero destacar; otras, no me parece tan importante el outfit. Hay días en los que mis looks muestran colores llamativos, otros no transmiten nada. Y considero que pasa algo similar con los libros: cada historia que leo me dice algo sobre mí, o me obliga a mirar lo que me rodea con otros ojos.

La literatura también se pone a la moda

Leyendo, descubrí que la ropa en la literatura nunca es un detalle menor. Es una forma más de describir a los personajes y de mostrar lo que están viviendo o sintiendo. Emma Bovary, por ejemplo, se viste de forma elegante porque quiere escapar de su vida rutinaria. En El gran Gatsby, los trajes brillantes y la ropa cara reflejan un deseo de pertenecer, de aparentar, pero también una tristeza enorme detrás de todo ese lujo.

Y al revés, muchos diseñadores se inspiran en los libros para crear sus colecciones. Las pasarelas, más que desfiles, muchas veces son escenarios donde se cuentan historias.  Como Alexander McQueen usaba obras de Shakespeare para dar profundidad a sus diseños. O cómo Maria Grazia Chiuri, en Dior, incorpora frases feministas y referencias literarias para hablar del lugar que ocupamos las mujeres en la sociedad.

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Cuestionar lo que nos rodea

Tanto la moda como la literatura tienen el poder de mostrar las reglas sociales… y también de romperlas. A lo largo de los años, los libros han hablado de desigualdad, de género, de clase, de identidad. Y la moda también lo ha hecho: ha creado espacios para nuevos cuerpos, nuevas formas de vestir, nuevos modos de ser.

Una novela que se destaco fue Orlando, de Virginia Woolf. El personaje principal cambia de sexo, y su vestimenta se convierte en una forma de explorar lo que significa ser hombre o mujer. En Mujer en punto cero, la protagonista usa la ropa como una manera de recuperar su poder frente a una sociedad que quiere controlarla. Son ejemplos donde vestirse no es solo una cuestión de estilo, sino también de resistencia.

Dos rubros, un mismo objetivo

Siento que la literatura y la moda me ayudan a entenderme mejor. Me invitan a probar, a cambiar, a equivocarme, a buscar mi lugar. Un look puede transformar mi ánimo. Un libro puede expandir la mente. Ambas cosas me empujan a cuestionarme quién soy y quién quiero ser.

Por eso, cada vez que un diseñador se inspira en una historia, o cuando un personaje usa una prenda que dice mucho más que “me gusta cómo me queda, o estoy a la moda”, veo que estos dos mundos se cruzan. Porque ya sea con palabras o con ropa, estamos haciendo lo mismo: contando una historia sobre nosotros mismos, quienes somos y que queremos mostrar.

 

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